La cancelación del GP de la Comunidad Valenciana debido a la trágica DANA ha propiciado que el Circuit de Barcelona-Catalunya sea el que acoja en esta ocasión el desenlace del Mundial de MotoGP. No es la primera vez que el trazado barcelonés alberga la última prueba de la temporada, algo que ya ocurrió en 1994 bajo la denominación de GP de Europa y en 1995 como sede del GP de Cataluña.
Esta vez, la última carrera del curso se celebrará en Montmeló dentro del marco del GP de Solidario de Barcelona, en el que habrá muchas iniciativas con las que recaudar fondos para ayudar a Valencia.
El campeonato llegará con el título de MotoGP en juego, algo que no pasó en las temporadas 1994 y 1995, en las que Mick Doohan ya era campeón antes de la última carrera. Sí que se decidió la corona de 250cc en 1994 a favor de Max Biaggi, que finiquitó en Barcelona el primero de sus cuatro títulos en el 'cuarto de litro'.
Pero en 1995, en la última ocasión que Montmeló puso el broche de oro a la temporada, los tres títulos ya llegaron decididos: 125cc para Haruchika Aoki, 250cc para Max Biaggi y 500cc para Mick Doohan. Aun así, el Circuit de Barcelona-Catalunya acogió una inolvidable carrera de 500cc, en la que Carlos Checa se dio a conocer con una actuación inolvidable y sorprendente a partes iguales, y en la que Álex Crivillé acabó llevándose el gato al agua.
Montmeló 1995: Carlos Checa da la campanada, Álex Crivillé gana
La eclosión de Carlos Checa llegaría, casi de forma inesperada, en la temporada 1995. El español había arrancado ese año en 250cc junto al Honda Pons, equipo que contaba con presencia en la categoría intermedia y también en 500cc. Salvo dos cuartos puestos en Eastern Creek y Le Mans, el inicio de campeonato no fue nada para él, que estaba afrontando aún su segunda temporada completa en el campeonato.
Pero todo cambió de la noche a la mañana; el grave accidente de Alberto Puig en Le Mans precipitó su subida a la categoría reina enrolado también en la estructura dirigida por Sito Pons. Carlos, que sólo había tenido un escarceo previo con la 500cc en el Superprestigio de 1994 en Albacete, disputó las cinco últimas citas de 1995 en el medio litro. Las cuatro primeras se saldaron con resultados más discretos pero en la última prueba, celebrada en Montmeló, dio un inesperado e impresionante salto adelante.
El catalán sorprendió en los entrenamientos tras clasificarse en la tercera posición, pero en carrera iba a ir un paso más allá. Pese a no realizar una buena salida, su inicio fue muy explosivo, fue desembarazándose de sus rivales y en la quinta vuelta pasó al frente de la carrera al superar a Daryl Beattie. Carlos estaba inspirado e imbatible aquel día.
Consiguió escaparse en solitario ante el asombro generalizado, y la fiesta estaba siendo completa cuando fue Álex Crivillé el que pasó a encabezar su persecución, espoleado también por el público de casa. 'Crivi' se acercó a Checa, pero el de Sant Fruitós respondió estirando de nuevo su diferencia por encima de un segundo. Checa estaba haciendo una carrera perfecta y un papel inesperado en un piloto que no había logrado aún ningún podio en el campeonato y que además sólo estaba ante su quinta carrera en la categoría reina.
Pero no todas las buenas historias acaban con un final feliz. A falta de ocho vueltas para el final, cuando marchaba líder en solitario, Checa se fue al suelo en la curva 5, en una caída que trató de salvar sin éxito. El de Sant Fruitós ya rozaba su primera victoria en el Campeonato del Mundo, pero se cayó después de liderar durante 13 vueltas.
El propio Checa rememoró aquella carrera de 1995 en una entrevista con MOTORBIKE MAGAZINE, realizada sobre la misma línea de meta del Circuit de Barcelona-Catalunya: «Me descentré un poco. Empecé a ver a los amigos en la tribuna y empecé a perder un poco la atención. Después, cuando la retomé, entrando en la curva 5 quizá toqué demasiado el freno trasero, la perdí un poco de atrás, me descabalgó, me salí fuera y me caí. Después me di cuenta del error que había cometido. Fue un error de piloto joven, prematuro».
«Creo que eso hizo que Álex (Crivillé) pudiera ganar, porque al verme delante eso le empujó, le activó para buscar la victoria. En aquella época, 500cc era como una dimensión imposible para nosotros. Estaban los americanos, los australianos... El motociclismo español tenía tradición en las categorías pequeñas, pero 500cc era como la 'hostia'. Y encima, poder ganar una carrera, como consiguió Crivillé en Holanda era increíble. Entonces, llegar yo y estar ahí en la quinta carrera, cuando a Pons y a Garriga les había costado tanto, fue algo espectacular y sorprendente. Para mí fue algo muy bueno; ojalá hubiera podido ganarla», añadía.
Crivillé recogió el testigo
Y, efectivamente, fue Álex Crivillé quien ganó. El abandono de Checa le dejó el triunfo en bandeja a 'Crivi', que aun así tuvo que pelear hasta la última vuelta con su compañero Shinichi Ito. Tras el jarro de agua fría con la caída de Checa, el Circuit de Barcelona-Catalunya volvió a la euforia con el triunfo de Crivillé, que en ese momento era el segundo para él en 500cc tras la histórica victoria que había conseguido tres años antes en Assen. En ese momento era tan sólo la tercera victoria para el motociclismo español en la categoría reina, tras la del propio Crivillé en Assen 1992 y la de Alberto Puig en Jerez 1995.
El triunfo se quedó en casa gracias a Crivillé, pero Checa había conseguido dejar su sello tras poner en jaque a los grandes dominadores de la categoría reina con sólo 22 años. Pese a que el desenlace no fue el merecido en 1995, al año siguiente volvería a Montmeló para saldar las cuentas pendientes.
La revancha de Checa, en 1996
El circuito de Montmeló le debía una a Carlos Checa y no quiso esperar para resarcirse de la caída del año anterior. Ya se había asentado como un piloto destacado en 500cc, donde había logrado su primer podio en Malasia, pero delante de su afición corría con el corazón.
Nuevamente salía en la primera línea en el trazado catalán y arrancó con las ideas muy claras. En la tercera vuelta ya lideraba la carrera y a partir de ese momento empezó a imponer un ritmo que nadie pudo seguir. Vuelta a vuelta fue ampliando su renta en cabeza de carrera sin dar opciones a sus rivales, mientras por detrás Crivillé se divertía con un recital de derrapadas y Doohan peleaba con el español por el segundo puesto.
Carlos volvió a ser imparable en Montmeló, pero en esta ocasión sí que pudo rematar su exhibición con una victoria, la primera para él en el Mundial de Motociclismo, que le postuló como uno de los nombres a tener en cuenta en los años sucesivos. Checa se impuso con una ventaja de más de seis segundos sobre Mick Doohan, que con su segundo puesto en el GP de Catalunya de 1996 certificaba el que por aquel entonces era su tercer título de 500cc.





















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Ruben Ec
¡ muy buen artículo!
No está de más recordar este tipo de gestas que por otra parte serían impensables de realizar ahora con el aplastante, y desesperante control de los equipos de fábrica.