Las marcas tradicionales están haciendo una introducción en el mundo de las motos eléctricas de manera bastante sosegada y sin tirar la casa por la ventana. Marcas como Honda, con una propuesta (y otro scooter eléctrico para 2025) o Yamaha (un modelo) no han hecho un gran desembarco de producto con esta motorización y se lo están tomando con cierta calma. La marca de los diapasones es precisamente una de las que parece que quieren tomar posiciones de manera más decidida tras su última decisión estratégica.
Yamaha ha anunciado su entrada en el capital social de EM (Electric Motion), una marca francesa con base en Saint Brès con el objetivo de aumentar su presencia en el segmento de las motos eléctricas y con el objetivo de crear sinergias y desarrollos también en la competición.
Electric Motion está especializada en fabricar motos eléctricas off-road, tanto para uso de ocio como para competición y realizan la ingeniería, el diseño y la producción en una nueva planta recién inaugurada. La presencia de estas motos eléctricas EM ya es notable, con distribución en aproximadamente 40 países y con su 85% de mercado fuera de Francia.
Muchos ya conocen esta marca que se ha hecho famosa por sus motos eléctricas de trial, especialidad donde ha protagonizado ya algunas victorias, también de certámenes nacionales e internacionales e incluso ha ganado la última ronda del FIM Trial 2 World Championship por delante de los modelos de combustión y otras eléctricas.
Actualmente, la empresa cuenta con unos 20 empleados y sus ventas han estado creciendo con beneficios en los últimos 5 años. Su fundador, socio mayoritario y director general, Philippe Aresten, ha declarado sobre la entrada de Yamaha en el capital social de EM: «Esta marca ha estado siempre en mi corazón, especialmente después de haber colaborado profesionalmente con ellos hace 20 años. La tecnología vanguardista desarrollada en nuestra compañía es la base por la que Yamaha Motor Company se ha interesado».
Gracias a este movimiento empresarial, Electric Motion pretende desarrollar nuevos productos, mejorar sus procesos y, a la vez, mantener su ADN de agilidad e innovación a la vez que plantar cara en las competiciones.
