En los últimos días hemos leído algunas noticias que apuntaban a que la Unión Europea iba a prohibir el uso de la fibra de carbono en la fabricación de motos y automóviles. Se trataba de una evaluación encargada por el Parlamento Europeo en la que se incluía este material junto a metales pesados como el cadmio, el cromo hexavalente, el mercurio y el plomo, ya presentes en la Directiva 2000/53/CE relativa a los vehículos al final de su vida útil. La entrada de la fibra de carbono se haría efectiva a partir de 2029.
La noticia cayó como una bomba en el mundo de la automoción. Esta lista era una versión preliminar realizada en el mes de enero por la Comisión de Medio Ambiente, Clima y Seguridad Alimentaria. En ella se pedía etiquetar este material como peligroso, muy popular en los vehículos más deportivos y en la competición, ideal para aligerarlos de peso.
Previsible corrección del borrador y tranquilidad en el sector
Las últimas informaciones provenientes de la oficina de prensa del Parlamento Europeo son que no sólo se trata de un borrador que todavía no ha sido aprobado sino que el propio texto va a ser modificado para suprimir la fibra de carbono de la lista. Por tanto, los coches y las motos con fibra de carbono se podrán seguir vendiendo en Europa incluso más allá del año 2029.
¿Y por qué se ha creado esta discordia con la fibra de carbono? El documento del Parlamento Europeo incluye normas sobre el tratamiento y el reciclaje de vehículos y sus materiales una vez que finalizan su vida útil, una normativa que se debe seguir a la hora de diseñar y fabricar el vehículo, empezando por los materiales que se pueden o no utilizar con vistas a que en el futuro su tratamiento y eliminación no sea peligroso ni para el ser humano ni para el medio ambiente.
Lo que ocurre con la fibra de carbono es que es un material que no es fácil de reciclar y presenta procesos un tanto costosos. También se enfrenta a desafíos medioambientales al generar residuos e incluso puede ser peligroso para la piel humana cuando se descomponen sus filamentos.
Se estima que la automoción supone nada menos que el 20% del uso total de la fibra de carbono mundial gracias a sus cualidades de resistencia y ligereza, más cuando vemos que los coches y las motos están aumentando paulatinamente su peso por los dispositivos y tecnologías añadidas. La fibra de carbono ayuda a equilibrar este engorde, sobre todo en los modelos que buscan mejores prestaciones.
De momento, todo queda en un susto. Tranquilidad, por tanto, para el sector, que podrá seguir utilizando este valioso material en las motos de serie. Mientras tanto, ya estamos esperando la siguiente idea desde Bruselas...













