«¿La clave? La mayoría de veces, cerrar los ojos»
El Autodromo Internacional do Algarve, en Portimao, ha embaucado a los pilotos. Un circuito técnico, muy singular y repleto de desniveles que le convierten en una auténtica montaña rusa. Así lo analizan varios de los pilotos de MotoGP.
«¿El circuito más incomparable del campeonato? Sí, sin duda. Quizá yo lo compararía un poco con Mugello en algún aspecto por las subidas y bajadas, y por las fuerzas G cuando giras en curvas con mucha velocidad que te escupen un poco para dentro. Ahí se parecen un poquito, pero Portimao es algo muy distinto a lo que estamos acostumbrados», decía Pol Espargaró cuando le preguntábamos por las características del escenario que está cerrando la temporada del Mundial de MotoGP.
Portimao fue inaugurado en 2008 con la última cita del Mundial de Superbike de aquel año, y desde entonces ha sido un escenario muy recurrente en el certamen de las derivadas de serie y también en el FIM CEV. Incluso acogió alguna cita del Mundial de Resistencia, pero nunca había estado en MotoGP. Es extraño entender por qué ha tardado más de una década en llegar al calendario, pero podría haber llegado para quedarse.
El trazado luso se convirtió en la solución de emergencia de Dorna para un campeonato que a finales de julio conoció definitivamente que no se podría disputar ningún Gran Premio fuera de Europa. El calendario se quedaba corto, así que se decidió incluir Portimao como el fin de fiesta. Eso sí, con el consiguiente reasfaltado para mejorar las condiciones del trazado. No sólo recibió la llamada de MotoGP, sino que la F1 también decidió acoger por primera vez un GP en las modernas instalaciones del Autódromo Internacional do Algarve.
Una montaña rusa, un circuito muy singular
No hay nada similar a Portimao en el calendario del Mundial. El circuito tiene 15 curvas y algunos desniveles de vértigo que le convierten en una pista bastante singular. Destacan sobre todo dos puntos: el cambio de rasante entre las curvas 8 y 9 (ésa última, bautizada como Craig Jones en honor al piloto británico fallecido en 2008), y otro cambio de rasante entre las curvas 11 y 12. El primer de ellos tiene un 12% de desnivel en bajada, una auténtica montaña rusa.
También destacan dos puntos ciegos, como son las curvas 7 y 15. Ese último punto es el viraje final del circuito, se afronta a ciegas, en cuarta velocidad y ha de hacerse de forma muy fluida, porque de lo contrario se puede perder bastante tiempo. Conduce de forma muy rápida a una pendiente que, una vez coronada, tiene la línea de meta a sólo unos metros. Y después, otra bajada hacia la curva 1.
En Portimao no se descansa ni un instante, pero si hay algo que han definido los pilotos casi de forma unánime, es que la diversión está garantizada. Los hay que no se explican por qué no habían competido allí antes.
Las claves para sacar el tiempo
Preguntamos a varios pilotos sobre las claves de Portimao y sobre qué hay que poner en cuanto a pilotaje para sacar el tiempo en este trazado. Posiblemente, el que mejor radiografía nos hizo de esto fue Pol Espargaró: «Aquí parece que al ser un circuito tan agresivo se tiene que poner ímpetu, garra y muchas narices para ir rápido, pero nada más lejos de la verdad. Al final, tienes que poner un estilo de pilotaje muy suave, intentar no sobrepilotar, dejar los frenos tan rápido como puedas para tener un paso por curva rápido, sin forzar el tren delantero. No frenar demasiado tarde, porque al haber tanto desnivel a la salida de las curvas lo que hace la moto es tener mucho wheelie (caballito), y si no tienes un paso por curva rápido, lo que hace es que te frena muchísimo en las bajadas. Lo que parece a priori no es lo que hay al final, y sobrepilotar aquí te cuesta mucho tiempo». Es decir, una cosa es lo que se ve por la tele y lo que se siente sobre la moto en zonas como los cambios de rasante, y otra muy distinta es la manera de abordar los diferentes tramos del circuito.
¿Qué se necesita para sacar el tiempo? Le preguntamos a Maverick Viñales, que nos dio una explicación muy concisa: «La mayoría de veces, cerrar los ojos, porque hay curvas muy rápidas, ciegas, en las que te tiras sin saber dónde vas a ir a parar. Pero también es una pista muy técnica en la que tienes que pensar mucho encima de la moto. Sí que hay dos sectores, el 1 y el 4, que son diferentes, pero en el 2 y en el 3 influye mucho la electrónica y el par de tu motor».
Si hubiese que clasificar este circuito dentro de las variedades que hay dentro del calendario, el campeón Joan Mir no sabría dónde colocarlo. Le preguntamos por ello y nos dejó claro que es un trazado heterogéneo: «Tiene cosas muy diferentes: frenadas muy fuertes, curvas muy rápidas y curvas ciegas, las más difíciles a la hora de encontrar la referencia para un piloto que no haya rodado nunca aquí. Es complicado. Por eso decía lo de la electrónica, porque no es fácil para los ingenieros dónde dar algo más o dónde quitar y hay que jugar mucho con ello. También me está viniendo muy bien para mi experiencia trabajar en este aspecto. Es como un circuito especial, como Austin», remata.
Álex Márquez destaca también otro aspecto muy importante como es la exigencia del circuito: «El circuito en general es muy físico. Tienes que estar muy concentrado y cometer un error es muy, muy fácil. Esto hace que todo el rato tengas que estar muy atento y siempre en el punto para no cometer ese error o para no irte largo. Lo que más me impresiona a mí es la entrada a meta, donde vamos inclinados y de alguna manera causa más impresión encima de la moto. Los cambios de rasante sí que son espectaculares desde fuera; desde dentro también, pero tampoco es tan divertido como la entrada a meta, donde sí que tienes que jugar más con el cuerpo y estar más atento».
Y sobre las claves para sacar el tiempo, apunta que «el piloto puede hacer una gran diferencia y para hacer un time-attack tienes que echar el resto, porque hay puntos en los que entre frenar 10 metros antes o 10 metros después, se marca mucho la diferencia».
Álex Rins, que se juega el subcampeonato en el trazado luso, coincide con su tocayo: «Es importante tener una buena puesta a punto, porque es un circuito bastante exigente y a nivel de pilotaje hay que estar al 100%, en el sentido de estar concentrado y de no cometer ningún fallo. Es un circuito con muchas curvas rápidas, subidas y bajadas, en las que necesitas controlar muy bien el gas y tener buena electrónica para no estar haciendo wheelie y perder potencia».
En definitiva, Portimao embauca y ya se ha convertido en uno de los trazados favoritos de los pilotos. Cuando surgen comparaciones, Mugello y Phillip Island son los primeros nombres que les surgen a los pilotos. Y no hablamos de circuitos cualquiera... Portimao figura como trazado reserva en el calendario del año que viene, pero volverá a ser permanente en cuanto empiece la rotación de trazados en la Península Ibérica, prevista para 2022. Lo que parece claro es que, en esta montaña rusa, el espectáculo está garantizado.