Ha conseguido su primer podio en el Mundial de Moto3
Hace dos años intentaba encontrar el rumbo de su carrera deportiva mientras disputaba tres campeonatos diferentes, llegando a tomar parte en cuatro categorías con cinco motos distintas. Todo ello, habiendo sido en 2013 subcampeón del CEV. Ahora saborea el champán en un podio del Campeonato del Mundo. Marcos Ramírez (Conil de la Frontera, 16/12/1997) ha dado más vueltas que nadie, pero ha llegado para quedarse.
«Espero que se fijen en mi año y me permitan aspirar a más». No hace ni dos años que Marcos Ramírez pronunciaba esta frase en Motorbike Magazine, en una entrevista realizada por mi compañero Emilio Vázquez en el FIM CEV en Jerez. Ese fin de semana, Marcos se subía a la Ariane2 del Team Stratos para suplir la baja del malagueño Alejandro Medina en el Europeo de Moto2. Era la quinta moto con la que competía en ese año 2015. Sí, lo han leído bien. La quinta.
Y es que mientras la mayoría de grandes joyas del motociclismo español se subieron a la escalera mecánica que ha marcado sus trayectorias hacia el Mundial, Marcos Ramírez se quedó encerrado en una montaña rusa. Cuando eso pasa, hay muchas papeletas para que las cosas no salgan bien. Para revertir la situación, hay que tener dos premisas claras: determinación y nada de vértigo.
Porque la trayectoria de Marcos arrancó por buenos derroteros, arrasando en Andalucía y despuntando en la otrora Copa Bancaja, actual Cuna de Campeones. Andalucía, una comunidad que posee una de las grandes catedrales del motociclismo, carece -o carecía, porque están despegando- de una cultura en el motociclismo de competición, lo que obligaba a gente como Marcos a buscarse las habichuelas fuera. Un escarceo con equipo propio en el CEV en 2012 y ya ese mismo año tenía un hueco en Monlau Competición. Su talento llamó la atención de Emilio Alzamora y acabó la temporada compartiendo equipo con Álex Márquez, Lorenzo Baldassarri, María Herrera y 'Pecco' Bagnaia. Entre tanto, disputó la Red Bull Rookies Cup con una positiva quinta plaza final y tres podios.
Al año siguiente era la punta de lanza del equipo junto a María Herrera y ambos tuvieron opciones de título hasta la última carrera. Se lo llevó Fabio Quartararo y Marcos acabo segundo a sólo un punto. Pero a aquel Ramírez le faltaba chispa. No ganó ninguna carrera y sólo obtuvo tres podios, aunque acabó todas las carreras, algo que no hizo ninguno de sus cuatro rivales por el título, y por eso lideró buena parte del campeonato y llegó con opciones a la última carrera. Repitió en la Rookies Cup con otro quinto puesto y otros cinco podios. Pero no llegaba la victoria.
Monlau Competición apostó por Fabio Quartararo de cara a 2014 y la carrera deportiva de Marcos entró en punto muerto. Firmó con el Team LaGlisse para intentar escalar el peldaño que le quedaba en el FIM CEV. Sin embargo, las cosas salieron mal desde el primer momento y pasado el ecuador del campeonato la relación con el equipo madrileño se rompió. Acabó la temporada con el Team Machado, logrando su único podio de todo el año en Portimao. El gaditano no estaba demostrando su valía.
Ya por aquel entonces había hecho algunos escarceos en la Copa de España de Velocidad dentro de la categoría de Open 600. Cada escarceo se contaba por victoria, pero después de un mal año en el FIM CEV en Moto3, parecía que su escalada se había quedado parada. Mientras sus rivales en el FIM CEV empezaban a encauzar su subida al Mundial, Marcos tenía que buscar unas alternativas, algunas de alto riesgo.
2015, el año de las cinco motos
Su breve experiencia con las 600cc le hizo plantearse un nuevo horizonte: el Mundial de Supersport. Empezó con el equipo Cat Bike Exit Team con una Kawasaki ZX-6R, pero aquella aventura duró sólo una carrera, la de Phillip Island. El equipo acabó desapareciendo. El proyecto resultó ser un auténtico desastre.
Las aspiraciones de Marcos poco a poco se iban resquebrajando con sólo 17 años. Pero si alguien creía en sus opciones, ése era él. También su familia, con su padre José como principal apoyo, además del empuje incondicional de su madre Esther y su hermana Blanca. Ramírez se lió la manta a la cabeza y ese mismo 2015 duplicó esfuerzos en el RFME Campeonato de España de Velocidad. Corrió en Stock600 con una Yamaha R6 con el Team Pastrana, y nada más bajarse de la moto se subía a una R1 para correr en Stock1000. Acabó subcampeón con la 600cc y campeón de la subcategoría Sub-21 con la 1000cc.
Por si fuera poco, hizo varias carreras del Mundial de Supersport como sustituto de Alessandro Nocco en el Team Lorini con una Honda CBR600, un wild-card en ese mismo campeonato con el Team Pastrana, una carrera del FIM CEV con una Moto2 del Team Stratos y el resto del FIM CEV con la Yamaha R6 dentro de la subcategoría de Superstock 600, en la que fue campeón y en la que quedó con asiduidad por delante de muchas Moto2. (Ah, y también varias carreras del Campeonato Andaluz de Flat Track, las cuales ganó).
Pero en lo referente a la velocidad, su disciplina, había competido en tres certámenes diferentes, en cuatro categorías y con cinco motos distintas. Era el momento más duro y ajetreado de su carrera deportiva, sin haber llegado aún a la mayoría de edad y sin haber tenido la posibilidad de llenar su currículum con resultados destacados en un momento clave de su trayectoria.
Pero Marcos se llenó de valor y ese paso atrás por el Campeonato de España de Velocidad, junto a los destellos en Supersport y las carreras en el FIM CEV, sirvieron para convertirle en un piloto mucho más completo, mucho más maduro y mucho más seguro. Hizo todo lo posible para llamar a las que posiblemente eran las últimas puertas. Si estas no se abrían, su determinación le servía para derribarlas. En un mar de dudas, buscando una mayor estabilidad que en ese caótico 2015 -a la par que productivo-, llegó la oportunidad de demostrar de verdad lo que el conileño llevaba dentro.
2016, el año clave
Después de correr con tres 600cc diferentes, con una 1000cc y con una Moto2 el año anterior, ¿cuál era el objetivo de Ramírez en 2016? Pues ni más ni menos que disputar el Mundial Júnior de Moto3. Su familia echó el resto y adquirió una KTM, y Marcos encontró el cobijo del Team Stratos junto a alguien que se convirtió en una pieza clave en aquel momento: Ricard Jové, Team Manager de la estructura madrileña el pasado año. Tampoco faltó otra persona de capital importancia: Manel Bernat.
Todos los grandes rivales de Marcos en 2012, 2013 y 2014 ya estaban en el Mundial. Sin embargo, él estaba empezando de nuevo a poner los cimientos con 18 años. Era ahora o nunca. Y lo aprovechó. Ganó nada menos que cinco carreras en el FIM CEV y se disputó durante todo el año el título con Lorenzo Dalla Porta, pero una desafortunada caída en la última carrera en Valencia le dejó con la miel en los labios cuando ya lo acariciaba. Sin embargo, algo había cambiado: ahora sí era un piloto ganador.
Una baja en el Platinum Bay Real Estate le permitió acabar la temporada en el Mundial de Moto3 con una Mahindra, con la que fue cogiendo confianza a final de año para ser 7º en Australia y 6º en Malasia. "Marquitos", como se le conoce por el paddock, ya estaba plenamente preparado para el que a finales de 2015 era un sueño que parecía lejano: ser piloto del Campeonato del Mundo.
2017, la confirmación absoluta
Tenía todas las cartas sobre la mesa para 2017: primera temporada completa en el Mundial, con el mismo equipo con el que corrió medio 2016 y con una KTM, una montura mucho más competitiva que la Mahindra. Alguien podrá decir que los nervios le traicionaron cuando se cayó dos veces en el FP1 del GP de Qatar, pero es que desde entonces sólo ha tenido dos caídas más. La confianza se la dio Jerez, donde lideró buena parte de la carrera y finalmente fue cuarto. A partir de ahí, se enganchó al vagón de cabeza con grandes actuaciones en Le Mans -4º-, Mugello -9º-, Montmeló -6º- y Assen -del 23º al 6º, llegando a liderar-. El podio era cuestión de tiempo y acabó llegando tras un completo fin de semana en Sachsenring, en el que de nuevo volvió a optar a la victoria.
Y es que las casualidades no existen, o eso me quedó claro a mí cuando entré a las 7:30 en el paddock del Circuit de Barcelona-Catalunya, el domingo de carreras, para afrontar una intensa jornada de trabajo y me encontré a Marcos 'sudando como un pollo' después de correr varios kilómetros horas antes de la carrera de Moto3. «Había que calentar, pisha», le dijo a mi compañero Jesús Robledo, otro andaluz de pura cepa como él.
El caso de Marcos Ramírez demuestra que a veces las trayectorias deportivas toman caminos atípicos, que pueden hundir a grandes promesas o, por el contrario, aportarles un extra de hambre y de motivación. Así ha sido con el de Conil, que ha explotado definitivamente como piloto y se ha convertido en uno de los más codiciados para el mercado de 2018. Después de tomar un rumbo incierto en 2015, ha encontrado el camino. Ya se había acostumbrado el año pasado a saborear el champán, pero seguro que el del Mundial deja un regustillo más agradable. Y parece que lo catará en alguna ocasión más....
Nombre | Marcos Ramírez |
Dorsal | 42 |
País | España |